martes, 1 de junio de 2010

TIJERETAZOS BIEN PENSADOS

El poder de las palabras
Hace unos días, la sastresa tuvo una conversación con el presidente de la cooperativa de sastresas, modistos y costureros. De ella extrajo una lección. Los humanos solemos poner etiquetas. Ponemos carteles a la vida. A veces, casi siempre, en realidad, de forma insconsciente. Así, ella que trataba de ayudar al grupo se percató que su lenguaje no atinaba con su empeño. La sastresa pretendía ayudar al reino de los modistos. "Siempre que no tenga el taller de costura a tope, podría ayudar al de los modistos", dijo. El presidente de la asociación le respondió: "Tu taller forma parte de la cooperativa. Ya estás con nosotros. Te agradezco la oferta. La próxima vez te tendremos en cuenta". Fue entonces cuando se percató. Se sabe sastresa, pero no se reconoce como modista. ¿No es lo mismo? ¿No tiene el mismo valor? ¿No produce trajes de igual calidad? Cuidado lector con los subgrupos dentro del grupo. Puede alienarte. Un taller de costura no es más ni menos que una parte del colectivo de los que cosen. Y en ese trajín estamos todos... ¿o no?

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