sábado, 3 de marzo de 2012

TIJERETAZOS BIEN PENSADOS

Escribir
La sastresa escribe desde hace muchos años. Echando la vista atrás ésta se pierde. La mayor parte de su vida escribió por dinero, aunque su mayor placer era plasmar sentimientos sobre un papel para luego olvidarlos en un cajón, en alguna bella caja de madera o en un traspapelado diario, ajado y maltrecho por el uso. Empezó con siete años tras leer las aventuras de un borrico llamado platero y las de un niño llamado Huckleberry, amigo de un tal Tom. La prosa poética le llamó la atención a punto de acabar sus estudios de primaria, pero siempre se sintió más cómoda escribiendo largas epístolas a sus amigos contándoles sus avatares adolescentes, más tarde juveniles y luego adultos. Aunque el formato de las epístolas cambió fruto del progreso galopante de la tecnología de la información. Ahora la sastresa escribe 'e-mails', un préstamo léxico procedente del inglés americano, nada atractivo por cierto, propiciado por la globalización de hábitos y costumbres humanos. Acabada la etapa cretiva y enriquecedora de la Universidad, la sastresa siguiendo compaginando sus puntadas en las telas con el vómito de letras sobre papel o documentos word. Aunque cada vez más eran las puntadas las que ganaban la batalla creativa. No obstante, algunos días de paz en el taller. Cuando la luz del sol cae, sea invierno o verano, he de decir que la sastresa, quien pocas veces comparte su prosa, sigue empezado con un bellísimo por arcaico 'Querido amigo:..' una carte sin destinatario y sin remitente.

Querido amigo:
El taller es un ir y venir de experiencias desde que nos mudamos a Londres. La ciudad nacida crisol de culturas y crecida como tal pone a prueba nuestra capacidad de adaptación cada día. Es una verdadera jungla, dura, salvaje, cruel a veces, pero bella y aún enigmática pese a que llevamos viviendo aquí ya un año. Te echo de menos, pero sé que allí donde estés piensas en mí, como yo pienso en tí. Siempre te veo en esos pequeños detalles. Cuando paseo por el mercado de Brixton o por la ribera sur del Támesis, me asaltan pensamientos tales como '¡Mira, esto le gustaría...!' o '¡Cuánto lo disfrutaría!'. Espero que cuando lleguen las vacas gordas a España, tengo la esperanza de que sea pronto, puedas pagarte el viaje y vivir al menos un pequeño capítulo de nuestra singladura. Te advierto que a veces parece una tormenta perfecta pero salir a flote reconforta por ello mucho más.
Un beso enorme, con lágrima en el ojo.
Te quiero.

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