ÍTACA, una isla en el desierto musical
"Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
debes rogar que el viaje sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias".
de Konstantinos Kavafis
Atribulado por lo incógnito abres la puerta del café concierto Ítaca. No sabes que te espera dentro porque, aunque las notas de las canciones se repitan, los nocturnos que buscan allí refugio varían y, por tanto, la intrahistoria del lugar muda. Un hombre piensa en la barra del bar mientras el cantante entona 'There's nothing else matters' de Metallica. Más tarde, el intérprete se retira del piano y coge la guitarra. 'The house of the rising sun' se convierte de repente en la casa de todos. Son tiempos de nostalgia, sobre todo cuando las cálidas estampas familiares están aún recientes en las retinas. Cada noche es igual y diferente. Como la vida misma. La premisa de cada loco con su tema tiene cabida en Ítaca. Así, la sastresa decidió hacerse la loca un rato y buscar refugio, tras salir de otro en casa de una costurera amiga.
Esta estampa es clave para entender que no hay que abusar de la magia puntual que pueda tener un café concierto. Es una taza chocolate caliente que hay que saborear en pequeños sorbos.
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